martes, 9 de noviembre de 2010

EL Punto en la Rama del Charco
El sol resplandecía fulgurosamente sobre el charco de agua anidado en el jardín del patio de mi casa, nunca había visto colores tan apasionantes, si giraba un poco el rostro podía observar el color rojo, a la izquierda el azul, a la derecha el amarillo; y en medio de todo una ramita con un pequeño puntito sobre ella.

La rama se movía según el movimiento producido por mi cabeza, es más yo cerraba los ojos y sentía como es que aquel pequeño punto también lo hacía. Mi primera reacción fue querer llamar a mi madre, pero como siempre estaba ocupada con sus negocios, así que no valía la pena, además no podía dejar que me viera en el patio , observando un charco y además descalza, ¡Uy! porque de seguro me encerraba de por vida en mi cama.
El punto comenzó a descender, con cierta lentitud desesperante, de la ramita y en ese lapso me di cuenta de que no deseaba que el punto se hundiera en el charco donde una lombriz se contorneaba, y de seguro si el punto caía ahí dentro sería aplastado sin remedio.

Pero al fin y al cabo no era mi problema, y en el instante en que me dada la vuelta, vi como es que le punto iba frenando la bajada; el contorneo de la serpiente hacía que saltara y saltara peligrosamente, y era como si el punto se abrazara de la rama, fue como si al saber que estaba al final de su vida, se aferrara a la misma con todo lo que podía. Pero no era suficiente: necesitaba ayuda, mi ayuda.

-¿Qué hago? - le pregunté al punto.

- Ayúdame a ser libre, dile al viento que te ayude- y un poco del lodo salpicado por la cosa contorsionista esa casi lo tapa por completo.

- ¿Qué hago?- le pregunte implorante al viento.

- Ve al centro del charco, coge la rama y tráela al árbol de manzanas; sube a la rama más alta que puedas y del resto me encargo yo.

El vestido blanco que llevaba era nuevo, mi madre pondría el grito en el cielo si lo manchaba y con más razón si lo rasgaba… ¡Ya que!, el punto necesitaba mi ayuda.
Puse el primer pie en el charco y desde ahí nadie me pararía, se mojo el vestido y la lombriz seguía con si ritual sin importarle el punto, el vestido blanco o yo. Llegue al centro del charco engullidor de puntos, cogí la rama pise a la lombriz – sin querer- y salí con el vestido blanco convertido en un vestido de vaca.

Nunca vi el manzano tan inmenso e imponente como aquel día, era como si en los dos minutos más importantes transcurridos en mi vida, en todos mis diez años de sístoles y diástoles, hubiera crecido tanto que parecía que la copa era tapada por las nubes del cielo. Puse la rama entre mis dientes, me asegure de que el punto aun estuviera abrazado a la ramita y comencé mi ascenso, ¡zuaz! Un pedazo de vestido colgando en un rama, ¡zua! Un arañazo en el brazo, ¡zu! Otro en la mejilla derecha, ¡z! una gota roja en el adorno con blondas en forma de corazón del vestido…

-¡Viento!- grité con todas mis fuerzas- ¿y ahora qué hago? De pronto mi mano, con la que sostenía la rama, se levanto con dirección exacta al sol, entonces muy débilmente escuche un “gracias” agudo; una lagrima corrió por mi mejilla, mire directo al sol, sentí el viento que me acariciaba y empecé a caer mientras el punto se levaba más y más…

-Pero Sofía, ¿en qué estabas pensando?- nunca había sentido a mi madre tan cerca de mí como en ese momento. Me abrazo con fuerza y me susurro todo el camino de regreso a mi cama que no volviera a asustarla de esa manera, que me quería y que definitivamente lo dejaría todo por mí; esa noche me conto un cuento y durmió abrazada a mí.

¿Le dio un ataque de amor? Eso la verdad no lo sé, lo único de lo que estoy segura es que valió la pena ayudar al punto.
En ese texto se ha utilizado:
La coma: explicativa, eliptica y enumerativa.
los guiones
el punto aparte, seguido y final.
los dos puntos
el punto y coma
los parentesis
los signos de interrogacion y de admiracion.
las comillas
los puntos suspensivos

ESTRATEGIAS PARA LA ELABORACIÓN DE PÁRRAFOS